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domingo, 18 de febrero de 2007

Taxi (una pequeña historia)

Casi estaba amaneciendo cuando Jorge salió de la disco, aburrido de la música y de tanto histeriqueo entre las personas.
Al salir, notó vislumbrarse el alba hacia el horizonte. Esperó tranquilo en la calle la llegada de un taxi que lo lleve hasta su casa.
Un rato largo, y ningún coche se avecinaba por la zona. De pronto ve que se acerca un taxi con la banderita baja, pero a pesar de eso, intentó pararlo. El coche se detuvo y el taxista sacó la cabeza por la ventanilla y preguntó:
-¿Hasta dónde vas?
-Hasta Acoyte y Rivadavia.
-Bueno, subí.
-Gracias.
Jorge subió al coche, y el taxista comenzó a hablarle:
-En realidad no iba a parar, pero como ya terminaba mi turno y vas para el mismo lado que yo, aprovecho y me hago el último viaje.
-Que suerte, porque no pasaba nadie por aquí.
-Es raro que pasen taxis por acá a esta hora. ¿Vivís en Acoyte y Rivadavia?
-Sí
-Yo también, vivo sobre Rivadavia enfrente de la librería.
-Entonces somos vecinos. Yo vivo en la esquina de la librería.
-La verdad que estoy cansado hoy. Salí a las 6 de la tarde. En unos minutos van a ser 12 horas que estoy arriba del coche.
-Demasiadas horas...
-Sí. Tengo ganas de antes de llegar a casa comprar unas facturas, el diario y cuando llegue sentarme a tomar unos mates con factura y a leer el diario, hasta que se levante mi mujer y mi hija.
-¿A qué hora se levantan?
-A las siete. Mi nena tiene nueve años y va al colegio. Pero si me escucha que llego seguro que se levanta para estar un rato conmigo y charlar....yo la siento sobre mis piernas, le doy mate, come facturas y charlamos. Luego no la veo hasta las 4 de la tarde y yo a las 6 salgo a trabajar con el coche. Es poco el tiempo que estamos juntos y ella disfruta mucho estar conmigo. Bueno, a decir verdad, yo también disfruto mucho con ella.
-Qué bueno es eso.
El coche siguió pronto hacia la dirección que le había dado Jorge. Poco antes de llegar, en una esquina, cuando tuvieron que frenar porque un semáforo se había puesto en rojo, se acercó un vendedor de diarios hacia la ventanilla del chofer. El chofer le compró el diario del día. Alcanzó a leer el titular antes de retomar la marcha.
-Mirá vos – dijo el conductor a Jorge – Parece que anoche hubo un accidente justo donde vivimos nosotros.
-¿ Me presta el diario para ver?
-Sí – y lo alcanzó
-“Motociclista arroyó una niña en plena avenida Rivadavia a la altura de Acoyte. Ambos murieron por la envestida. Más información en la Pág. 53” – leyó Jorge en voz alta.
-¿No te molesta que pare unos segundos en esta panadería a comprar unas facturas?
-No, está bien.
El conductor bajó y fue a la panadería. Mientras, Jorge, con el diario en la mano, no sabía si seguir leyendo o dormitarse, pues a esa altura el sol ya estaba saliendo y los ojos comenzaban a cerrárseles de sueño. Al instante llegó el conductor para seguir la marcha. Jorge le devolvió el diario. Quedaban apenas dos cuadras para llegar a destino.
Al llegar el conductor le cobró a Jorge el viaje y le hizo un descuento sobre lo que marcaba el reloj. Jorge pagó y el conductor le extendió una tarjeta mientras le decía:
-Te dejo mi tarjeta, por si algún día necesitás un taxi y no encontrás, me llamás y listo. Tiene mi celular, que justamente hoy no lo traje.
-Bueno, gracias. Lo llamaré, ya que somos vecinos. Y yo hoy también salí sin celular.
Jorge le extendió la mano, se saludaron y bajó del taxi.
Al bajar leyó la tarjeta; “Taxi Luis lo lleva a su destino”.
Guardó la tarjeta y mientras caminaba hacia su casa, apenas unos metros, vió en la calle unas manchas de sangre salpicada en el asfalto y parte en la vereda. Seguramente del accidente que hubo hoy - pensó.
Se daría cuenta unos minutos después que el motociclista muerto que anunciaba el diario, era su hermano menor, lo que no sabría nunca es que la niña atropellada y muerta era la hija de Luis.

4 comentarios:

DePaco dijo...

Bonito y curioso relato, Eduardo. Es cierto que a veces el destino, el sino de cada cual, nos guarda sorpresas. No suelo salir de discotecas, pero si algún día lo hiciera, ese día me vuelvo a casa andando...

Meli dijo...

Curioso cruce de vías en las respectivas vidas de Luis y Jorge. Unidos en los aún no conocidos momentos amargos de la vida. Besotes y mis felicitaciones.

Anónimo dijo...

Es una historia interesante y, además, plausible, porque a veces el planeta resulta ser "un huevito". Felicitaciones.

Conral dijo...

De nuevo te felicito por este relato. Sigue escribiendo y compartiendo, porfa.
Gracias.