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martes, 6 de marzo de 2007

Un cuento para un cuadro

Este cuento está inspirado en un cuadro de Esperancita. Espero que os guste:

TITULO: Este “erase una vez...” es una historia maravillosa.

A Alegría le gustaba mucho mirar por la ventana. Siempre que podía, se apoyaba en el banco con mullidos cojines y miraba, soñaba con el exterior.
Miraba de día, y miraba de noche. Si llovía también miraba. Le gustaba ver lo que había fuera.

Y mientras miraba, soñaba. A veces soñaba despierta y otras semidormida, inventando su ventana.

Le gustaba ver los cambios en los árboles. El nacer y desaparecer de las flores. Las nubes, con su ligero espesor y sus caprichosas formas y colores. Y las gentes que pasaban, con sus sonidos y sus movimientos.

A veces lo que veía la gustaba tanto que no podía resistir el impulso y salir a su encuentro. Sin pensar, se abalanzaba sobre una flor, o un pajarillo o una niña del pueblo que pasaba. Con grandes risas, miraba, preguntaba cosas y cerraba los ojos, para guardarlo en un recuerdo y recrearse después.

Cuando nevaba, también se divertía. Veía como, lentamente, se iban tapando las hierbas, las piedras, como cuando ponía mantequilla en el pan, suavemente, y daba lugar a formas curiosas donde se podían inventar más historias e imaginar que podrían ser. Ella pensaba, que, mientras durase la nieve, esas cosas serían lo que ella quisiera.

No se puede decir que conociera el exterior, porque siempre era diferente para ella, siembre había cosas nuevas que descubrir y cosas a las que echar de menos porque ya no estaban.

Un día, mirando, vio que pasaba el circo. Iban a instalarse en su pueblo, como cada año. Pasaban, delante de su ventana, los saltimbanquis, dando volteretas en el aire y cayendo sobre los hombros de otro. Los payasos, con sus bromas, pesadas algunas, que hacían reír a todos. El gran elefante, que, majestuoso, avanzaba con el grupo.
Y los trapecistas, esbeltos, caminando con realeza. Alegría miraba sobre todo a los trapecistas, eran distintos, distantes. Superiores al resto, pensarían ellos, arriesgamos la vida cada tarde.

Y fue al circo. Aplausos, ruido, emociones. Una atracción tras otra, cada una mejor que la anterior.
Y de pronto, salió la trapecista con su grupo. Era como ella, morena, pelo largo, muy esbelta. Sonriente y segura. Sabedora de concentrar todas las miradas, buscando su salto.
Y saltó y saltó. Vueltas, saltos, volar de un lado a otro. Aplausos y más aplausos. Alegría sintió que era ella quien volaba, quien saltaba. Al terminar, cerró los ojos y se vio, en ese circo, volando, majestuosa, segura, oyendo los aplausos y sintiendo el aire al cruzar la pista a toda velocidad.

Quiero ser trapecista, dijo en casa. No sabes lo que dices, le respondieron. Ya veréis, seré la mejor trapecista del mundo, volaré durante muchos minutos en el aire, como una pluma levantada por el viento que da vueltas, se mece, sigue dando vueltas y cae suavemente.

Desde ese día, a veces miraba por la ventana, pero sobre todo, practicaba. Delante de la ventana y fuera, en el paisaje que siempre había contemplado, ahora ella formaba parte de el, con sus brincos, carreras y volatines.

Primero aprendió a hacer una vuelta, luego dos, así, hasta que ya no se acordaba de contar cuántas daba antes de posarse suavemente en el suelo.

Sus días pasaban saltando y posándose. A veces se formaba un pequeño corro de vecinos que pasaban por allí y se quedaban a contemplarla. Miraban y sus pupilas se movían al compás de las vueltas de Alegría. La boca se iba abriendo y la respiración quedaba contenida, para estallar en un gran aplauso al verla posarse sobre el suelo.

Si, volar y actuar, ser admirada y brincar por los aires.

En el primer circo se fue. Cogió su mantita violeta de la ventana y su cojín de grandes cuadros. Y se despidió de su ventana.

Era la actuación más exitosa, todo el mundo iba sólo para verla a ella. Su pelo al viento, era como magia que pudiera flotar en el aire. Ella sabía que si que era magia, porque era su sueño y cuando un sueño se cumple, sale la magia.

Y viajó y viajó. Todos los países querían verla. Japón, Rusia, Noruega, España, Canadá. Visitó más de 130 lugares donde oía aplausos por muchos minutos, veía caras de emoción, de ilusión.

Nadie respiraba al verla volar, por temor a que el aire estropeara sus piruetas, de lo suave que volteaba su fino cuerpo.

Todo el mundo la conocía, sabian su nombre, la habían tenido cerca. Todos los países querían que fuera, muchas personas viajaban miles de kilómetros para verla, para ver sus piruetas.

Ella era feliz. Se alimentaba de las vueltas y del aire. Los aplausos engordaban su ánimo y los kilómetros completaban su experiencia. Y se recreaba pensando en la dulzura de su sueño cumplido, en la delicia de poseer lo que había querido.

Un día de frío, sacó su mantita del arcón y su cojín de grandes cuadros. Las puso sobre una gran caja de madera que tenía bajo la ventana de la caravana. Y miró por la ventana.

Pero no vio ni al circo, ni el paisaje de ese lugar, ni las gentes que pasaban.

Vio lo que veía desde su ventana. Las flores, la niña del pueblo, las formas de la nieve caída. Y pensó: estará todavía la lluvia, pasarán las gentes de antes, saldrán esas flores amarillas que gustaban tanto a las abejas. Y sintió una tierna añoranza.

Decidió que ya era el momento de volver.

7 comentarios:

Melba Reyes A. dijo...

Bonita historia. Saludos. Melba

Conral dijo...

Me da mucha alegría cuando somos capaces de sentarnos con un lápiz en la mano y escribir un cuento, o una historia, a raíz de una imagen. Es como pintar un cuadro. A mí me cuesta mucho y apenas lo hago. Te felicito y gracias.
Un abrazo.

DePaco dijo...

No sabría muy explicarlo, pero quizá todos tengamos una ventana y quizá todos nuestro pequeño circo interior...
Yo espero seguir viendo tus cuadros y más cosas. Preciosa la historia.

DePaco dijo...

Ahora, que veo la niña asomada al su ventana, junto a su cojín a cuadros, sólo quisiera decir que...yo también quiero irme con el circo! Quiero ser trapecista!

Eduardo dijo...

Felicitaciones, muy bonita historia nacida de un cuadro.

Conchi dijo...

Nuria, preciosa historia.

Ya lo había leido en el Talleronline, y ahora, al ponerle imagen, todo gana sentido..Mi enhorabuena por transmitir así y haciéndolo tannnn BONITO.

Un besote
Karmen

(Karmen, espero que no te importe que haya puesto tu comentario aquí, pues estaba perdido, jeje. Gracias por colaborar.)

Javier dijo...

bonita historia, sueños, sueños son, que bueno saber volver, un saludo