La Laguna

Hoy la laguna estaba contenta. Las nubes en el cielo le auguraban lluvia. Ella recibiría el agua con los brazos abiertos, para eso es una laguna.

Muchos hombres quisieron que desapareciera, quisieron enterrarla llenándola de piedras y escombros, pero ella resistió, entre sumisa y altiva, los planes de aquellos desalmados.

La laguna quería seguir viva, quería ser lo que siempre había sido, un lugar donde se junta el agua de lluvia, un lugar donde hay vida.

Ella acogía, como una madre, a las cigüeñas, las garzas, los patos, los espurgabueyes, las ranas y sapos…

Muchas aves que iban de viaje por los cielos paraban a descansar en la laguna. Siempre lo habían hecho y ella quería que siguieran haciéndolo, por eso cada año abría sus brazos a las nubes cuando le traían el agua de lluvia.

Los hombres una vez más se equivocaban. Si mataban a la laguna es como si mataran a sus nietos antes de nacer.

Tendrían que pensarlo.

Mientras tanto ella seguiría allí con toda su belleza.

Conral