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miércoles, 7 de febrero de 2007

Un día de campo.


Ese día me desperté temprano, ¡como cada mañana! Y también como cada mañana, lo primero que hice antes de levantarme fue mirar a través de la ventana.
El cielo estaba gris, ese gris que tienen las nubes cargadas de agua a punto de estallar.
Me levanté despacio, con desgana, por tener que salir de casa y enfrentarme a ese día plomizo que amenazaba con descargar con toda su fuerza el agua que esas nubes habían ido acumulando en su panza. En cualquier momento empezaría a llover y me fastidiaría el día de campo que llevaba semanas planeando con los amigos.
Me duché y me vestí con rapidez, antes de salir tenía que telefonear para saber si había cambio de planes, pero no, todo el mundo seguía decidido a pasar el día en el campo aunque cayese un aguacero.
La noche antes ya había preparado la bolsa que pensaba llevar, solo faltaba poner la comida y algo de beber para el camino. Tendría que llevar un paraguas y pensé – ¡vaya fastidio! Así que fui a buscar uno y un chubasquero y con todo dentro de la bolsa salí de casa.
Justo delante del portal me esperaba un coche con alguno de mis amigos, todos ellos contentos con la perspectiva del día de campo, carne a la brasa, juegos y demás cosas que habíamos organizado. Llevaban una guitarra y durante el trayecto íbamos cantando y tocando palmas, pero yo no dejaba de mirar hacia el cielo intentado adivinar en qué momento empezaría a llover.
Apenas nos dio tiempo de llegar, justo habíamos descargado los coches cuando una fuerte lluvia empezó a caer rápidamente - ¡ juerr que fría! Gritaban algunos. Todos corríamos hacia una caseta que había al final de una explanada; diecisiete seres apretujándose unos contra otros para intentar evitar un agua que caía con rabia y sin contemplaciones nos iba calando como si fuéramos esponjas.
Por fin pudimos entrar en la pequeñísima habitación que apareció ante nosotros a fuerza de empujar una puerta vieja y atascada.
Una vez introducidas las bolsas, apenas quedaba sitio para que todos pudiéramos sentarnos pero los más ingeniosos lo organizaron para que estuviéramos lo más cómodos posible y todo ello sin perder el humor que nos había llevado hasta allí.
Pasamos toda la mañana allí metidos, apretujados unas veces contra unos y otras contra otros, según intentábamos movernos un poco para beber, comer algo o simplemente para estirar un poco las adormecidas piernas.
¡Menudo día de campo! Comentó alguno, pero aún a pesar de la incomodidad que nos ofrecía nuestro refugio y del frío que sentíamos con la ropa mojada, la mayoría seguíamos cantando, contando chistes malos y riendo. De vez en cuando pasaba por mi mano una botella de algo y le daba un trago o un trozo de pan con chorizo o algún otro manjar de los que llevábamos, y eso me daba ánimo para seguir con la “fiesta”.
Debían ser alrededor de las cuatro de la tarde cuando empezó a escampar y aunque le costaba dejar de llover por fin llegó el momento en que pudimos salir de aquella improvisada “sala de fiestas” estábamos casi todos encogidos por tantas horas como habíamos permanecido allí sentados.
Todo el suelo estaba encharcado, charcos enormes que apenas nos dejaban atravesar el claro sin que nos llegara el agua a los tobillos, así que nos dispusimos a cargar de nuevo los coches para volver a casa.
Recuerdo que mientras entraba en el coche pensé: la próxima vez, si hace mal día no voy. Aunque pensándolo mejor… ¡Que importa, si llueve! Hemos jugado, bebido, comido, cantado y gritado hasta la saciedad y me lo he pasado genial.- Después de todo, ha sido un bonito día de campo.

mercè

3 comentarios:

Melba Reyes A. dijo...

Fue una bonita experiencia. Gracias por compartirla.

DePaco dijo...

Otro día nos invitas! (aunque llueva).

Conchi dijo...

Hola, Merce. Ta agradezco personalmente el que hayas querido participar en este proyecto de blog comunitario, libre y amistoso, que va creciendo cada día porque las personas que participamos en él tenemos una cosa en común: queremos compartir momentos de nuestra vida, y esta es una bonita forma de hacerlo, ¿verdad?.
Siéntete libre de publicar lo que desees.
Un saludo.