...Pasados los calores,
cuando los verdes
se tornan pardos,
y el sol parece
-como cansado-.
Un viajero camina,
despacio, sin pausa;
hacia el pueblo cercano,
en la rural España
-aún sin despertar-
de su larguísimo letargo...
mientras los campos descansan
después de parir sus vástagos,
y los árboles
se desnudan lentamente,
para entregarse
al rey de los fríos...
-ganado pastando-
la cigüeña
a punto de hacer maletas,
-dueña del cielo-
planeando.
Al fondo,
...un campanario
-antaño-
para comunicar la lluvia
a los pueblos cercanos,
...a muerto,
o la salida del santo.
Llega el forastero...
al enmudecido pueblo;
camina impasible,
despacio, sin pausa;
-por delante de la cantina-
donde todos los días
se reúnen las fuerzas vivas...
“para establecer el orden,
la paz,
y trazar los designios
de las gentes,
y del lugar”...
el tabernero “el Vicen”,
sirviendo vinos y tapas
a la comitiva,
y que no falte de nada;
el alcalde
puramente testimonial;
el médico,
el señor doctor,
el licenciado;
el cura...
bautizar, casar
y poco más;
el maestro,
encauzar a los pequeños;
y el cacique, D. Manuel,
con su fajo de billetes
en el bolsillo de la solapa,
como para demostrar
-quién manda-.
Un día y otro
y más...
el forastero pasa
y vuelve a pasar,
acompañando
la danza
de la últimas hojas
hacia el olvido;
-los cristales tiritan-
-los resquicios silban-.
Apiñados al fuego,
-que sólo les quita el frio-
las fuerzas vivas,
deliberan y deciden
acabar con el forastero...
camino del cementerio.
Otro día... el último,
el forastero pasa,
impasible,
despacio... pero sin pausa;
-los fríos arrecian-
“se hiela hasta la sangre”
-los cristales lacrimean-
Salen tras él...
el muro,
los cipreses
-al anochecer-.
¡Alto!
vuélvete despacio;
has osado perturbar la paz,
de nuestro lugar...
y morirás por ello.
El forastero impasible,
volviéndose lentamente...
veo que la curiosidad,
ha hecho cambiar,
vuestros métodos
de matar por la espalda;
-pues muy bien-
Habéis cometido
vuestra última cacicada.
¡ Yo soy La Muerte!
cuando los verdes
se tornan pardos,
y el sol parece
-como cansado-.
Un viajero camina,
despacio, sin pausa;
hacia el pueblo cercano,
en la rural España
-aún sin despertar-
de su larguísimo letargo...
mientras los campos descansan
después de parir sus vástagos,
y los árboles
se desnudan lentamente,
para entregarse
al rey de los fríos...
-ganado pastando-
la cigüeña
a punto de hacer maletas,
-dueña del cielo-
planeando.
Al fondo,
...un campanario
-antaño-
para comunicar la lluvia
a los pueblos cercanos,
...a muerto,
o la salida del santo.
Llega el forastero...
al enmudecido pueblo;
camina impasible,
despacio, sin pausa;
-por delante de la cantina-
donde todos los días
se reúnen las fuerzas vivas...
“para establecer el orden,
la paz,
y trazar los designios
de las gentes,
y del lugar”...
el tabernero “el Vicen”,
sirviendo vinos y tapas
a la comitiva,
y que no falte de nada;
el alcalde
puramente testimonial;
el médico,
el señor doctor,
el licenciado;
el cura...
bautizar, casar
y poco más;
el maestro,
encauzar a los pequeños;
y el cacique, D. Manuel,
con su fajo de billetes
en el bolsillo de la solapa,
como para demostrar
-quién manda-.
Un día y otro
y más...
el forastero pasa
y vuelve a pasar,
acompañando
la danza
de la últimas hojas
hacia el olvido;
-los cristales tiritan-
-los resquicios silban-.
Apiñados al fuego,
-que sólo les quita el frio-
las fuerzas vivas,
deliberan y deciden
acabar con el forastero...
camino del cementerio.
Otro día... el último,
el forastero pasa,
impasible,
despacio... pero sin pausa;
-los fríos arrecian-
“se hiela hasta la sangre”
-los cristales lacrimean-
Salen tras él...
el muro,
los cipreses
-al anochecer-.
¡Alto!
vuélvete despacio;
has osado perturbar la paz,
de nuestro lugar...
y morirás por ello.
El forastero impasible,
volviéndose lentamente...
veo que la curiosidad,
ha hecho cambiar,
vuestros métodos
de matar por la espalda;
-pues muy bien-
Habéis cometido
vuestra última cacicada.
¡ Yo soy La Muerte!
3 comentarios:
Esas plazas de pueblo que tú conoces y yo quiero olvidar, llenas de fuerzas vivas...desgraciadamente, aún quedan. Afortunadamente, van desapareciendo. Esperanzadamente, ojalá se esfumen del todo.
Bonito poema.
Hola, Javier, me gusta mucho este poema. Gracias. Un abrazo. Melba
Muy bueno Javi.
Gracias.
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