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viernes, 20 de abril de 2007

Nocturno y Elegía

Les quiero presentar un poema de un poeta cubano, que cuando lo leí por primera vez, hace ya tiempo, a los 15 años, marcó mi vida y mi forma de escribir.
Espero que les guste.


Nocturno y Elegía

Si pregunta por mí, traza en el suelo
una cruz de silencio y de ceniza
sobre el impuro nombre que padezco.
Si pregunta por mí, dí que me he muerto
y que me pudro bajo las hormigas.
Dile que soy la rama de un naranjo,
la sencilla veleta de una torre.

No le digas que lloro todavía
acariciando el hueco de su ausencia
donde su ciega estatua quedó impresa
siempre al acecho de que el cuerpo vuelva.
La carne es un laurel que canta y sufre
y yo en vano esperé bajo su sombra.
Ya es tarde. Soy un mudo pececillo.

Si pregunta por mí dale estos ojos,
estas grises palabras, estos dedos;
y la gota de sangre en el pañuelo.
Dile que me he perdido, que me he vuelto
una oscura perdiz, un falso anillo
a una orilla de juncos olvidados:
dile que voy del azafrán al lirio.

Dile que quise perpetuar sus labios,
habitar el palacio de su frente.
Navegar una noche entre sus cabellos.
Aprender el color de sus pupilas
y apagarme en su pecho suavemente,
nocturnamente hundido, aletargado
en un rumor de venas y sordina.

Ahora no puedo ver aunque suplique
el cuerpo que vestí de mi cariño.
Me he vuelto una rosada caracola,
me quedé fijo, roto, desprendido.
Y si dudad de mí, creed al viento,
mirad al norte, preguntad al cielo.
Y os diráan si aún espero o si anochezco.

Ah!! Si pregunta dile lo que sabes.
De mí hablarán un día los olivos
cuando yo sea el ojo de la luna
impar sobre la frente de la noche,
adivinando conchas de la arena,
el ruiseñor suspenso de un lucero
y el hipnótico amor de las mareas.

Es verdad que estoy triste, pero tengo
sembrada una sonrisa en el tomillo,
otra sonrisa la escondí en Saturno
y he perdido la otra no sé dónde.
Mejor será que espere a medianoche,
al extraviado olor de los jazmines,
y a la vigilia del tejado, fría.

No me recuerdes su entregada sangre
ni que yo puse espinas y gusanos
a morder su amistad de nube y brisa.
No soy el ogro que escupió en su agua
ni el que un cansado amor paga en monedas.
No soy el que frecuenta aquella casa
presidida por una sanguijuela !!

(Allí se va con un ramo de lirios
a que lo estruje un ángel de alas turbias)
No soy el que traicionó a las palomas,
a los niños, a las constelaciones...
Soy una verde voz desamparada
que su inocencia busca y solicita
con dulce silbo de pastor herido.

Soy un árbol, la punta de una aguja,
un alto gesto ecuestre en equilibrio;
la golondrina en cruz, el aceitado
vuelo de un buho, el susto de una ardilla.
Soy todo, menos eso que dibuja
un índice con cieno en las paredes
de los burdeles y los cementerios.

Todo, menos aquello que se oculta
bajo una seca máscara de esparto.
Todo, menos la carne que procura
voluptuosos anillos de serpiente
ciñendo en espiral viscosa y lenta.
Soy lo que me destines, lo que inventes
para enterrar mi llanto en la neblina.

Si pregunta por mí, dile que habito
en la hoja del acanto y de la acacia.
O dile, si prefieres, que me he muerto.
Dale el suspiro mío, mi pañuelo;
mi fantasma en la nave del espejo.
Tal vez me llore en el laurel o busque
mi recuerdo en la forma de una estrella.

Emilio Ballagas
Poeta Cubano 1908-1954

4 comentarios:

Melba Reyes A. dijo...

Muy, muy bonito. Se entiende que te haya marcado tanto. Un abrazo. Melba

Conral dijo...

"Tal vez me llore en el laurel o busque
mi recuerdo en la forma de una estrella."

Me ha gustado mucho el poema, Eduardo, y el final me lo quedo.
Gracias.

DePaco dijo...

Precioso el poema, Eduardo. Procuraré enviarte al correo otra elegía que también marcó mi juventud, la de Miguel Hernández a su amigo Ramón Sijé.

Eduardo dijo...

La espero Paco. Gracias