El niño jugaba con su viejo tren de madera,
la niña jugaba con su muñeca.
Ambos, sentados en el suelo,
se miraban las caras
y se contaban sus sueños.
Yo soy un maquinista atrevido,
que sube montañas,
que cruza praderas
pasando por túneles,
por valles y vegas.
Yo soy una princesa de cuento,
sin hada madrina,
feliz y sin pena,
que espera un beso,
con traje de seda.
Cruzaban miradas
de niños traviesos
retando a la vida
a que cumpliera sus sueños.
Pasaron los años
se hicieron muy viejos
y seguían jugando
a contarse los sueños.
(marzo 2007)
4 comentarios:
Es ternura, Conchi, lo que hay detrás de esas palabras. Y la ternura siempre se agradece.
Qué bonitas palabras y qué bonito mensaje. Gracias por compartir. Melba
Compartir ternura... me gusta.
Gracias a vosotros.
Un beso
Guauuuuuuuu!!!!!!
Te juro que me haz hecho emocionar mucho con este poema.
Pasaron los años
se hicieron muy viejos
y seguian jugando
a contarse los sueños...
Maravilloso.
Un beso
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