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miércoles, 21 de marzo de 2007

Blog (una historia de encuentros)

A Marina le gustaban los poemas.
Fanática de ellos buscaba por todos lados libros, blogs y toda clase de escritos que tuvieran poemas. Una amiga le recomendó ingresar a un blog de un tal Rayodetrueno que ella había encontrado en la web y que le habían parecido los mejores poemas de amor y sentimiento.
Y le pasó la dirección del blog a Marina.
Marina ilusionada entró a leer y quedó apasionada por cada uno de los poemas ahí publicados.
Todos los días entraba y leía un poema nuevo que la transportaba a otros mundos.
Le dejaba mensajes de adoración con el nick de Solradiante. Meses y meses leyó cada uno de los poemas de Rayodetrueno y cada día se enamoraba más de la persona que los había escrito. Pensaba que debía ser alguien muy dulce, muy profundo, muy sensible. Y un día le pasó su mail a Rayodetrueno.
Rayodetrueno, leía los comentarios apasionados de su ilustre lectora Solradiante y al ver su dirección de correo electrónico le escribió un mail, dándose a conocer como un poeta que le gustaba mucho escribir sobre el amor y la vida.
El tiempo pasó y mail va y mail viene, como ambos vivían en la misma ciudad, decidieron conocerse.
Se encontraban en un bar del centro de la ciudad a las 6 de la tarde.
Marina llegó 10 minutos tarde. Y al entrar al bar se encontró que en una mesa junto a una ventana estaba el contador de la empresa donde ella trabajaba como recepcionista. Quiso esquivar la mirada, pero él la vió y la saludó. Ella con una sonrisa lo saludó.
Se sentó en una mesa lejana de él esperando a Rayodetrueno.
Mientras tanto, Carlos, el contador, la miraba y pensaba en lo insulsa que le parecía esa mujer. Fría, desabrida, descolorida.
Marina miró de reojo a Carlos y pensó en lo frío y calculador que le había parecido Carlos desde que había entrado a trabajar en la misma empresa. Pensó que el tipo era lo más insulso y desabrido.
Ella esperaba a Rayodetrueno. Pero el tiempo pasaba y no podía ser que se tardara tanto.
Mientras tanto Carlos, después de media hora de espera, se levantó y se dirigió a la mesa de Marina. Se acercó y la miró a los ojos y le dijo:
- Solradiante?
Ella respondió:
- Rayodetrueno?
Se sonrieron. Y Carlos se sentó en la mesa junto a Marina.
21/03/07

3 comentarios:

Melba Reyes A. dijo...

Muy bonito cuento. Un abrazo Melba

Conral dijo...

Hola, Eduardo. Me alegro que hayas vuelto de tus vacaciones. Echábamos de menos tus relatos... Por cierto que este me recuerda a otra historia... ¿leíste "Encuentros Enredados"?, jaja. Ya comentaremos.
Un abrazo

DePaco dijo...

"Sorpresas nos da la vida, la vida nos da sorpresas...". Pero si al final acaban juntos y compartiendo una sonrisa...,vivan las sorpresas.
Muy buen relato, Eduardo.